Me parece que el traducir de una lengua a otra es como quien mira los tapices flamencos por el revés, que aunque se ven las figuras, están llenas de hilos que las oscurecen, y no se ven con la lisura y tez del haz; y el traducir de lenguas fáciles, ni arguye ingenio ni elocución, como no le arguye el que traslada ni el que copia un papel de otro papel––dijo don Quijote.
Y aún así le dije a Enrique Fierro, simpatizante de los rinocerontes––Tomemos prestada la pelota de ping-pong de nuestros amigos Lorenzo y Margarita, y aquí escribámonos y traduzcámonos el uno al otro. Pero, tejamos reversos, traducciones traidoras, como falsos amigos, des faux amis que se miran, pero no se reconocen.

Monday, March 7, 2011

Al fin el Manning, que pasó unos días en la gratísima compañía de Lorenzo y de Margarita, logró que el Fierro volviese a escribir. Aunque sea unas pocas líneas y antes de partir rumbo a México, país de sus amores, donde espera concluir las torpes frases que ha de dejar, como siempre, en el aire y que no se sabe bien a qué conducen. Si es que conducen a alguna parte. Porque el decir del Fierro es, como alguna vez le señaló algún crítico, inconducente.

De Capicu, como suele sucederle con ya demasiada frecuencia (de paso recordar, Fry mediante, al Fénix), saltó a los números capicúas que fueron una de las tantas cosas que coleccionó en su infancia, la de la calle Cebollatí. Porque en la de Colonia Francia casi no había números a la vista y sólo de vez en cuando detectaba algún capicúa en la charla familiar o en la de las visitas.

Y de los capicúas, era inevitable, a los palíndromos: "Oir a Ida a diario", "Yo soy augur, uruguayo soy" and so on. Previsibles productos de la inventiva limitadísima del Fierro, que muchos años después conocería en México a verdaderos maestros de ilimitada creatividad. Entre otros, a dos inolvidables guatemaltecos: Tito Monterroso y Carlos Illescas.

Para, ¿al final?, acordarse de "Dom Casmurro" y de Capitu, que Ida y María Elena consideraban que era un nombre adecuadísimo para un gato. O, mejor dicho, para una gata, ¿no? Habrá que consultar con Eduardo García Ramírez, que sabe más que nadie de nombres propios. Y ajenos, claro está.

1 comment:

  1. aferrado Fierro a las pobres palabras que dicen, pero que no llegan, siempre.
    aferradas palabras al pobre Fierro que dice como puede lo que no puede decir.
    buen viaje inconducente al país de los amores. ojalá te encuentren las palabras. y ojalá que te lleven a ninguna parte.

    "reconocer", fue el primer asombro palíndromo de mi infancia.

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